Al igual que muchas lecciones importantes en la cirugía, ésta llegó por la noche. Los hospitales cambian cuando se pone el sol, la mera supervivencia se convierte en primordial. En particular, a principios de la formación, nos enteramos de lo que somos como médicos en la noche. Los sentimientos de miedo y confianza se funden juntos. Al contrario que en la sala de operaciones, rara vez hay alguien mirando sobre tu hombro por la noche. Durante el día, se presenta lo mejor de nosotros a nuestros colegas y pacientes. Por la noche, sin embargo, estamos cansados y muchas veces nuestras defensas están desgastadas.
Por lo general, se revisan los laboratorios y estudios de radiología antes de ver al paciente porque es más eficiente. Sin embargo, el efecto secundario es el desapego emocional. El paciente se convierte en un colon enfermo que vamos a tener que quitar. Como residentes, racionalizamos nuestras reacciones, porque esta práctica optimiza el tiempo que pasamos en cada consulta. Con tantos pacientes para ver y sólo 80 horas a la semana para hacerlo, cada segundo cuenta. La necesidad es aún más aguda en la noche, solo tratamos de permanecer a flote hasta que nuestros reemplazos llegan a las 6 am. más…